El evento de ayer fue mi cita con la Hacienda Pública para que revisaran mi declaración de la renta, ya que había una diferencia de más de 400 euros con respecto al año pasado. En principio suponía que eran los famosos 400 euros de ZP, pero no, esos estaban correctos. El problema es Cataluña, que en su normativa dispone que cuando una persona cumpla los 33, su deducción por compra de vivienda se reduce a la mitad. O sea, que para la Generalitat ya soy viejo y caduco, y debo de ganar un pastón porque ya no soy merecedor de la deducción. En fin, ver para creer. Ciertamente a nivel salarial no hay ninguna diferencia entre los 32 y 33.
El caso es que tuve que estar 45 minutos esperando, porque no me dieron el pase hasta que no se cumplió las 17.45 y ni siquiera entré en punto. Ya lo sé para otro año que tengo que cogerme un horario mucho más ajustado. Dejé el coche en el parking de Diagonal Mar aunque no hice ningún consumo. Bueno, esto va a cuenta de aquellas veces en que he ido andando y he consumido mucho.
Cuando me llegó el turno, me senté en la mesa 26, esperando que me aclarasen todas mis dudas, pero hete aquí que la trabajadora de turno no estaba por la labor de explicar nada. Pero ayer, en contra de lo que sería mi estilo habitual, me puse pesado. Me puse muy pesado y le amenacé con que no me levantaría del sitio hasta que no tuviese mi explicación de qué porcentajes de deducción se me aplicaban para que bajase tanto mi alegría con respecto al año pasado. Después de mucho tira y afloja por fin me salió (tuvo que ser su coordinador el que me lo dijese) con que ya era mayor para la deducción. Y esto es normativa catalana, no estatal, para que algunos vean lo que hay por aquí.
Pero como hay que tener pensamiento positivo, me alegraré con que me paguen pronto la cantidad que ahora mismo me adeudan y que invertiré en mis próximas vacaciones.