Impresionantes vistas del fiordo de Lysen desde la punta del Preikestolen
¡¡¡Objetivo cumplido!!! He conseguido coronar el Preikestolen, con más pena que gloria, ya que he estado a punto de desfallecer en al menos dos ocasiones, pero eso no importa ahora. !!!He completado la etapa más exigente físicamente de todo el recorrido!!! Pero eso os lo contaré después, vamos por partes, como dirían Antonio y Jack el Destripador.
Me quedé por contaros lo que hicimos anoche. Aprovechando que eran cerca de las once y todavía había algo de claridad, fuimos a dar una vuelta por el centro de Stavanger. La ciudad es pequeña, manejable, y nuestro hotel situado de forma conveniente. Aprovechamos para hacer algunas fotos de los monumentos más emblemáticos -el lago con el surtidor, la Domkirke, la plataforma petrolífera- pero todas salieron muy oscuras. Como no hacía mucho frío, aprovechamos para dar una vuelta por los muelles, buscando sobre todo el sitio desde donde salía el ferri hacia Tau, que es lo que íbamos a coger hoy. Entre medio, nos encontramos con la zona de bares (una calle) y con poca gente, algunos (muchos) borrachos, y otros vestidos con un peto de color rojo que parecía indicar alguna fiesta universitaria. La poca gente que había en la calle estaba bastante animada, como aquellos jóvenes universitarios que le pedían a uno de los varios acordeonistas que poblaban la ciudad que les tocase la lambada mientras le lanzaban monedas. El paseo por Stavanger acabó pasadas las doce de la noche, ya en oscuridad, y sin ningún evento reseñable. Volvimos al hotel a toda prisa, porque esta mañana nos esperaba una actividad muy agotadora.
Hoy nos hemos levantado a las 6.20, porque tal y como recomendaba la mítica Pepi de Valencia, en su blog de losviajeros, había que madrugar para coger el primer ferry a Tau, ya que este iría vacío. Pues bien, a las siete en punto ya estábamos desayunando en el buffet del hotel. Es muy parecido al del Park Consul de Colonia, para aquellos que lo hayáis disfrutado. Aprovechando que sólo había una prima de Hera Björk vigilando, y sin mucho entusiasmo, nos hemos hecho unos sandwiches de pavo, estilo "yo mango", para la jornada. Aquí hay que ahorrar siempre que se pueda, ya que luego se pagan precios absurdos, como 6 euros por una bolsa de doritos. Ni que los trajeran de México en barco...
Como el ferry salía a las 8 en punto, nos hemos dado toda la prisa del mundo, y a menos cuarto ya estábamos haciendo cola para subir. Para nuestra sorpresa, el ferry iba bastante lleno, sobre todo con un grupo de compatriotas de Isabel Preysler, que lo ocupaban todo. También nos hemos encontrado con un japonés que iba solo -nuestra versión del austríaco solitario de la inefable Pepi de Valencia- y con un combo padre/hija vasco. Al subir al ferry, la invasión filipina ha sido rápida y letal -se han quedado con los mejores asientos- pero no ha sido lo peor, eso vendrá después.
El viaje ha sido corto pero agradable. Los billetes los hemos comprado una vez en el ferry, a un hombre un poco seco y estúpido, seguro que era sueco. Durante el viahe hemos hecho alguna que otra amistad. Le hemos pedido a una señora que llevaba el pelo a lo Daniel Diges que nos hiciera una foto a los tres. Entablar conversación con esta señora ha sido fructífero, nos la hemos encontrado unas tres veces más a lo largo del día, pero no era nuestra austríaca, que esta iba acompañada.
Al llegar a Tau hemos bajado ordenadamente del ferry y nos hemos dirigido hacia el autobús que nos subiría hasta el albergue Preikestolhitta. Según la inefable Pili de Valencia, el autobús iría prácticamente vacío. El problema ha sido que todos los filipinos también lo han hecho, ya han llenado el autobús. Al final nos ha tocado hacer los 20 km de pie en el bus, junto al combo vasco. Ahí ha fallado Pili, pero es que quién va a caer en que el día que decides subir al Preikestolen te acompañarán 40 filipinos... Al llegar al albergue nos han dado los horarios de bajada y aunque algunos integrantes del viaje han querido lanzarse a hacer fotos de un laguito que había, al final hemos decidido iniciar la ascensión al Preikestolen por lo que pudiera pasar.
Se calcula que se tarda unas dos horas más o menos en ascender, y que el camino no es difícil. Pues no lo será para los avezados excursionistas, porque para mí, gracias sobre todo a mi penosa forma física, ha sido un suplicio. Cada vez que tenía que afrontar una empinada subida, comenzaba a hiperventilar nada más pensarlo. Tras las tres o cuatro primeras cuestas, ya he sentido la necesidad de abandonar. SIn embargo, más por orgullo que por capacidad física, he decidido continuar. Eso sí, he aprovechado que Esteban y Carles se paraban para hacer fotos, para adelantarme, de forma que pudiera parar siempre que lo necesitase sin tener que retardar al grupo.
La ascensión se compone de unas cuantas subidas escarpadas, seguidas de llanos para recuperar el aliento. Sin embargo, la peor parte de todas, y en esto coincido con Pili de Valencia, ha sido tener que escalar una montaña que será de alta más o menos como el Benacantil pero apoyándose sólo en rocas. Vamos, que la subida al lago de Yosemite, es un paseo en tren turístico a su lado. Ahí ha sido la segunda vez que he pensado que no podría continuar y que tendría que venir el helicóptero de los Medicopters a sacarme de allí. Pero he sacado fuerzas de donde no las había y con muchísimo esfuerzo he coronado la montaña de rocas.Y lo he hecho con tanta ansia que de hecho me he salido del camino marcado y estaba escalando más allá de lo necesario. Ha sido en lo alto de esta cima donde me han alcanzado Carles y Esteban.
Juntos hemos continuado hacia el objetivo final, el "Púlpito" y no precisamente para rezar. Esta parte ha sido menos exigente físicamente pero más descorazonadora, puesto que cuando pensabas que ya ibas a llegar, te veías más bajadas (que luego habría que subir a la vuelta) y más subidas. Ha sido en este tramo cuando hemos visto al austríaco de Pepi de Valencia adelantarnos y dirigirse a la cima.
Por fin, unas dos horas después de haber iniciado la ascensión hemos llegado al Preikestolen, el "Púlpito", Como véis en la foto que encabeza esta entrada, el "púlpito" es una roca que sobresale a 607 metros de altura sobre el fiordo de Lyse. Las vistas son espectaculares, sinceramente, espectaculares, aunque al principio me cuesta convencerme de que la ascensión ha valido la pena. Allí en las alturas coincidimos con los amigos que hemos hecho en el viaje, el combo padre/hija vasco, un par de franceses, y posteriormente llega la mujer del pelo a lo Daniel Diges con sus amigas. Ni rastro de los filipinos.
Aprovechando que realmente había poca gente en la roca, unos hemos sacado algunas fotos, otros se han desbocado sacándose fotos de todas las posturas imaginables, aunque todos hemos sido superados por una pareja mexicana, en la cual ella se ha sacado un par, pero él ha gastado una tarjeta de memoria de dos gigas por lo menos.
La gente aprovecha para comer, y nosotros nos disponíamos a hacer lo mismo cuando nos hemos dado cuenta de que no habíamos comprado agua para la ascensión. Y yo, que estaba a punto de la infartación, he decidido que no me podía comer el pollo estilo "yo mango" a palo seco, así que me he tenido que esperar a la bajada para comer y ¡¡¡beber!!!
Durante la estancia en el Preikestolen, hemos tenido oportunidad de conocer un poco más al combo, a la del pelo a lo Diges y su amiga Meri Picart, y a otros que pululaban por allí. Algún miembro del grupo ha intentado un acercamiento a un miembro de un grupo de franceses que había por allí, pero sin éxito. El momento ha sido divertido. Hemos estado un buen rato en lo alto del Preikestolen, sin tener ninguna prisa por iniciar la bajada. Poco a poco se ha ido llenando de gente, y sobre el mediodía hemos hecho el pensamiento. Teníamos pensado hacer la coreografía de Drip, drop en lo alto del Preikestolen, pero nos hemos olvidado.
La bajada para mí ha sido infinitamente mejor. Salvo un par de subidas intermedias, y la desastrosa subida final, he podido "disfrutar" de la bajada. Ha sido totalmente rompepiernas, pero al menos no hiperventilaba. Lo mejor de todo ha sido ver las caras de la gente que iba subiendo por la zona de las rocas. Totalmente desencajados, sudando y sin respiración. Y eso que aún no sabían lo que les quedaba.
Tras muchísimo esfuerzo, y habernos perdido justamente al final, hemos vuelto al aparcamiento donde había comenzado la aventura, totalmente destrozados, y con pocas ganas de hablar. Nada más llegar de vuelta a la civilización me he zampado una botella de agua de un trago, y una de cocacola en dos o tres. He aprovechado para comer, y poco a poco he empezado a recuperarme. Hemos esperado un poco haciendo cola, pero esta vez hemos pillado asiento en el autobús de bajada. Menos mal, porque otro viaje de pie con los filipinos hubiese sido mortal. Nuevamente hemos coincidido con gente que hemos "conocido" durante la ascensión al Preikestolen.
Una vez de nuevo en Tau, hemos tenido que esperar un buen rato a que llegase el ferry que nos llevaría de nuevo a Stavanger. Ha sido curioso que no se hubiesen coordinado mejor, ya que tanto el bus como el ferry son de la misma compañía y son noruegos, pero así ha sido. Menos mal que Carles ha cogido una caja de corcho que había por allí y nos ha hecho una genial interpretación de una pescatera del mercado de Stavanger.
El ferry de vuelta a Stavanger iba prácticamente lleno, pero nosotros tres íbamos muy silenciosos. Yo he tenido que comprarme otra coca-cola para seguir combatiendo la deshiudratación. Es que a quién se le ocurre... pues a nosotros. Cuando hemos llegado a Stavanger, yo pensaba que no podría ni moverme, pero para mi sorpresa, me encontraba cansado pero cómodo.
Hemos aprovechado que estábamos en el centro de Stavanger para ver los monumentos de la ciudad y se puede decir que hemos visto todo. Lo que más me ha gustado han sido las casas blancas de Gamle Stavanger, todo tranquilidad y estilo nórdico. De vuelta en el centro hemos aprovechado para cenar en un sitio regentado por un chaval de no más de quince años, donde habían dos nenas, que suponemos que eran sus amigas y que hacían bailes extraños para atraer a la clientela. A nosotros lo que nos ha atraído era el precio, claro. Yo me he zampado un fish & chips, que no pasará a la historia culinaria.
Para acabar, hemos seguido dando vueltas por el centro de Stavanger, aprovechando todas las foto-ops que nos iban saliendo. Nuevamente hemos visto a la del pelo a lo Diges, más conocida como Marina Rosell por algunos integrantes del grupo, acompañada de Meri Picart. Por supuesto, nos han saludado, cómo no iban a hacerlo ¡si nos han hecho una foto a los tres en lo alto del Preikestolen con un iphone!
Ahora ya estamos en el hotel, los tres duchados, y totalmente reventados. Ahora vamos a dormir, que mañana salimos hacia Bergen, donde estaremos cinco días. Como no sé la disponibilidad de internet en Bergen, intentaré escribir nuestras aventuras lo antes posible, aunque sean resumidas.