¿Lo que realmente está perdido es la capacidad mental humana?
Instalado de nuevo en la vorágine lectora, ayer me acabé el libro "El símbolo perdido", la última entrega de las aventuras de Robert Langdon, el famoso profesor en simbología creado por Dan Brown. No voy a desvelar la trama del libro, para no estropeárselo a mis lectores, pero sí que he de decir que al menos me ha gustado. No es tan trepidante como "El código Da Vinci" pero al menos no es tan fantasioso como "Ángeles y demonios". Es una lectura entretenida que me ha tenido enganchado tres días. No es ningún récord, simplemente hay veces que no puedo dejar de leer, y de hecho estos últimos días he dejado atrás dos momentos "crisis" para seguir adentrándome en las procelosas aguas del símbolo perdido. El que haya leído el libro sabrá por qué lo digo.
El tema central del libro, al menos para mí, una vez que quitas las capas de aventura folletinesca, y crítica encubierta de halago a la religión católica, es el poder de la mente. Desde hace ya unos cuantos años, cuando sembraron en mis pensamientos la idea que los seres humanos apenas usamos un 10% de nuestro potencial mental, el tema me ha atraído. Si todos los avances que se han conseguido, ha sido porque alguien (unos pocos) han podido ir más allá de este 10%, ¿qué es lo que realmente hay al final? En el libro se trata el tema como si fuera una ciencia más, y lo relaciona con los mitos del mundo antiguo. ¿Es cierto que los egipcios y los griegos tenían un saber mucho mayor que el de ahora? No lo sabemos. Quizá algún día lo sepamos. De todas formas, me gusta cómo se expone el tema en el libro. No puedo obviar que todo lo que aparece es ficción, en algunos casos, llevada hasta extremos insospechados, pero en el fondo, en lo más básico de su base creo que hay algo que es intrínsecamente cierto: el poder de la mente. Por ello, quiero recurrir a uno de mis lemas de antaño que últimamente tengo un poco olvidados: "Querer es poder".
Es un poco la sensación que me da cuando pienso en la inmensidad del universo, y la relatividad del tamaño de las cosas... Sí, tengo mucho tiempo para pensar, sólo que a veces eso es bueno.