El Empire State Building con los colores de la bandera española - el fútbol mueve montañas
Ha pasado un día, pero los sentimientos siguen a flor de piel. Lo más importante que le podía pasar al deporte español sucedió el domingo por la noche. Para un país tan futbolero, conquistar el Mundial es lo máximo a lo que se puede aspirar. Han pasado ochenta años, pero al final, nos hemos
"subido al carro". A partir de ahora nada de mirar a otras selecciones con complejo de inferioridad - tenemos el mismo número de títulos que Inglaterra o Francia, y puede que en el futuro alguno más caiga. Esto es como la Copa Davis, se tardó en conseguirla, pero una vez destapado el frasco, cayeron otras tres más.
Como os comentaba, no pude ver el partido porque estaba volando hacia Colonia, aunque dudo también de que hubiese resistido verlo. Mi salud no está para según que momentos infartantes. Durante el vuelo, el piloto anunció un par de veces el resultado, pero se notaba que no estaba muy pendiente. Al aterrizar, llamada a casa, nos vamos a la prórroga, los SMS van llegando, todo el mundo está nervioso y preparándose para lo peor. Mientras esperamos a que salgan las maletas, un tenso silencio recorre la sala de embarque. De repente, un grito en el walkie de un segurata, España ha marcado un gol, no se sabe si estamos ya en los penalties. Resulta que no, don Andrés ha marcado un gol que puede valer un mundial. Vuelve el silencio, pasan los minutos. Llega un nuevo SMS, ¡somos campeones del mundo! Nos dirigimos a la oficina de alquiler de coches, encontramos un televisor. Empezamos a ver imágenes de la celebración de los jugadores. Se desata la locura. Todo el mundo me felicita porque llevo la camiseta de la selección española con el nombre de Piqué.
Lo he resumido de forma muy telegráfica, pero es que ahora que ha pasado ya un día lo veo todo como si fuera una película. El momento del vuelo transcurrió lentísimo. El silencio del móvil mientras se jugaba la prórroga era casi inaguantable. La sensación de alivio al final, indescriptible.
A todo esto, llevo ya un par de días en Colonia y de momento todo muy bien. Hace un calor tremendo que no se puede aguantar, pero lo sobrellevo con un ventilador, que aquí no hay aire acondicionado. Por las noches estoy saliendo bastante, ya que siempre hay planes, algunos más interesantes que otros. Sigo a la búsqueda y captura de Playmobiles, llevo ya unos cuantos, aunque no todos los que yo quisiera. Seguiré la caza...