viernes, 21 de mayo de 2010

Four seasons in one day

Hola desde el fin del mundo. Literalmente. Estamos en Alta, capital de la provincia de Finnmark, en la parte más al norte de Noruega. Son prácticamente las doce de la noche, pero es totalmente de día. Para que os hagáis una idea, es como si fueran las siete de la tarde de un nublado día de verano. Hoy nos costará dormir, creo.

Pero retrocedamos al principio de la jornada. Hoy nos hemos levantado a las seis en punto, y hemos acabado de recoger nuestras maletas en silencio, para no despertar al compañero de turno del hostal. Al final me olvidé de comentároslo, pero en ningún momento hemos podido estar solos. Después del siniestro, vino un chaval tamaño XXXXXXL, que sólo sabía decir hello, pero la palabra goodbye no la había aprendido todavía. Este sólo estuvo una noche. Luego hemos tenido a un señor mayor, pero nunca nos hemos cruzado con él. En el nivel de interactuación con los compañeros, hemos ido decreciendo hasta no hablar.

La razón del madrugón es que teníamos que llegar al aeropuerto de Bergen, y antes de eso, teníamos que llenar el depósito de gasolina. Y nos hemos encontrado con dos problemas: el primero es que no hay muchas gasolineras de camino al aeropuerto, y segundo que ha sido decir de irnos y bajar la temperatura a saco. Esta mañana nos hemos despedido de con un tiempo frío y con mucha niebla. Al final hemos podido poner gasolina y llegar al aeropuerto sin contratiempos. El aeródromo es muy pequeño, estilo playmobil, y no hemos tenido mayor problema. Curioso es que tienes que imprimirte tu tarjeta de embarque y la etiqueta de la maleta, ya que sólo hay bagagge drop.

Del vuelo a Tromsø no puedo contaros mucho, ya que los tres hemos caído rendidos, y hemos pasado las dos horas de viaje totalmente dormidos. Y eso que íbamos en el vuelo con la hija de Whoopi Goldberg, pero no teníamos fuerza para nada.

Al aterrizar en Tromsø, nos hemos dado de bruces con la realidad. Estamos por encima del Círculo Polar Ártico, más cerca del Polo Norte que de cualquier otra cosa, y eso se nota. Una fría aguanieve nos ha recibido. Si ayer estábamos tomando el sol en Bergen, hoy veíamos la lluvia helada caer en Tromsø. Enseguida nos hemos abrigado correctamente y hemos ido a recoger nuestro coche de alquiler. Perdón, ¡¡¡nuestra "autocaravana"!!! Esta vez nos han dado un Toyota Auris rojo, exáctamente como el del Wau.

Con nuestro coche nuevo nos hemos dirigido al centro de la ciudad de Tromsø a hacer un poco de turismo. La ciudad es pequeña, y aunque se autodenomina la "París del Ártico", no recuerda en nada a la ciudad francesa. De hecho, la ciudad tiene un encanto muy polar. Es difícil de describir, pero uno se hace a la idea de que es una ciudad de balleneros, cazadores de focas... De hecho, su atracción principial es un museo que se llama "Polaria", dedicado... al Polo Norte. Como habíamos aparcado en una zona azul, teníamos un tiempo limitado para visitar la ciudad. De hecho, hemos tenido que salir corriendo para llegar a tiempo a donde habíamos aparcado el coche. Y hemos llegado justo a tiempo, ya que el revisor ya estaba mirando los tickets. Salvados por la campana. Como habíamos comprado picnic para comer, hemos aprovechado que teníamos que cruzar el fiordo, para ver la catedral del ártico y comer.

Seguidamente nos hemos lanzado a la carretera para cubrir los 300km que nos separaban de nuestro destino de hoy, Alta. Como ya os comenté, las carreteras no son muy buenas, así que se calcula que se tardan unas seis horas en hacer el recorrido. Y si hacíamos caso al dómine de la catedral de Tromsø, que ha sido un agorero y nos ha dicho que podría ser que la carretera hacia Alta estuviese cerrada por la nieve, la cosa podría alargarse ad infinitum. Pero no ha sido así, la carretera estaba despejada, pero hemos atravesado todas las circunstancias meteorológicas que se os puedan ocurrir - ha habido ratos de sol, de nubes, de lluvia, de aguanieve, y de nieve. Nuevamente, los paisajes han sido espectaculares. Enormes montañas cargadas de nieve hundiéndose en el fiordo, cataratas de agua buscando su camino al mar... Y nuevo de hoy, unos pasos de montaña cargadísimos de nieve. Ha habido momentos en que dudábamos si podríamos continuar, de la cantidad de nieve que había en los márgenes de la carretera, pero afortunadamente ésta estaba limpia, y ninguna barrera de las que hay en el recorrido estaba bajada. Eso sí, tenemos fotos espectaculares del puerto de montaña que hemos atravesado. Si te descuidabas, te podías hundir en la nieve hasta las axilas, así que había que llevar cuidado. Perose me quedará grabado en la memoria ese puerto de montaña nevado con el fiordo al fondo.

Claro que no son las únicas fotos que hemos hecho. Hemos parado innumerables veces a observar el paraje, dramático y espectacular a la vez. Es un paisaje totalmente distinto al de los fiordos de Bergen, donde todo era una explosión de color. En la Noruega ártica, todos los colores son pálidos, y predomina el gris plomizo del cielo, y el blanco de la nieve. Con tanto entretenimiento hemos llegado a Alta pasadas las diez de la noche.

El hotel donde estamos esta noche está enclavado en las montañas que rodean Alta. Es como una cabaña gigante en medio de la naturaleza. Y lo están renovando poco a poco. Se supone que será un golf y un spa, pero de momento está a medio hacer. Aunque tenían que venir otros huéspedes, esta noche -lo de noche es un decir, menuda claridad- aún no han llegado. Es decir, que estamos solos en una cabaña gigante en medio de una montaña en la Noruega polar. La idea es espeluznante, ya que nos viene a la cabeza la peli de "El resplandor". La chica que está en recepción no se parece mucho a Jack Nicholson, pero uno no se puede fiar. Ni siquiera la fría belleza del bosque que nos rodea me tranquiliza. Menos mal que la noche nunca llega en estos parajes a estas alturas del año.

Quizá para despejarnos un poco hemos ido a Alta a cenar. Menuda decepción. Es una ciudad rarísima, donde el centro lo constituyen dos calles -literalmente dos-, y a pesar de que es viernes por la noche -nuevamente, lo de noche es un decir-, no hay nadie por la calle. Es lo más desolado que hemos encontrado en nuestro viaje hasta el momento. Mañana tenemos pensado conducir hasta el Cabo Norte, el punto más septentrional de Europa, pero ya nos imaginamos que eso será un poco El Corte Inglés por la de turistas que habrá. Pero eso es otra historia y toca contarla mañana.

Curiosidades que he aprendido de Noruega:

1. El plato nacional es el perrito caliente (o_0')
2. Se pueden vivir cuatro estaciones en un día (o_0'')
3. Existen rotondas dentro de los túneles (o_0''')
4. Existen rebaños de renos bebé y nos hemos encontrado con uno y el niño que los pastorea (o_0'''')
5. La gente conduce fatal y hace unos adelantamientos peligrosísimos (o_0''''')

P.S: Acabo de escribir esta entrada a la 1.30 de la mañana, y ¡ya está amaneciendo! Lo de amanecer es un decir, porque nunca se ha hecho de noche, pero se nota que la claridad va aumentando. Esto es para volverse loco.

1 comentario:

victor Bedolla dijo...

guapeton! hoy me estreno comentando tu blog, que maravilloso todo lo que contais! el aguanieve incluido, qué bucólico, estando cerca del círculo polar ártico. Disfrutad mucho! besicos