Ya sé que ayer no escribí ninguna entrada, pero había una razón de peso. No os preocupéis que hoy os contaré las dos jornadas al detalle.
Como ya os dije, ayer alquilamos un coche. ¡Qué digo coche! ¡¡¡Una autocaravana!!! Con ella teníamos intención de surcar la zona que rodea Bergen. Así que a las 10 en punto nos plantamos en la oficina de alquiler de coches, dispuestos a empezar nuestro viaje por libre. El chico que nos atendió debería tener ascendencia sueca, porque no nos fue de mucha ayuda, cuando le preguntamos alguna duda que teníamos. Nuestra duda principal era dónde íbamos a aparcar en Bergen, con lo difícil que es, ya que estamos alejados en el centro. Finalmente decidimos que afrontaríamos el problema cuando lo encontrásemos, ya que no íbamos a empezar la casa por el tejado.
Así pues, una vez que teníamos las llaves de nuestro automóvil en la mano, lo primero que hicimos fue... irnos a ¡¡¡desayunar!!! Así que dejamos al de la oficina de alquiler de coches con un palmo de narices y nos fuimos al Deli de Luca a por nuestro copioso almuerzo. Una vez con la panza llena, volvimos a por el coche y conmigo al volante, iniciamos nuestra ruta por la provincia de Flesland y adyacentes. El primer día decidimos hacer una ruta a la búsqueda de las antiguas iglesias vikingas, o eso recomendaba la guía, así que allá que nos fuimos.
Debo incidir en que aunque todos consideremos a Noruega como un país de lo más moderno, su sistema de carreteras no es que sea malo, es malísimo, y da hasta miedo conducir por ellas. Baste decir que no hay ni una sola carretera que sea de doble carril fuera de la circunvalación de Bergen. ¡¡¡Todo lo demás es dos carriles con uno para cada sentido de la marcha!!! Y no os penséis que son carreteras secundarias, no, no. Me estoy refiriendo a la "autopista" que une Bergen con Oslo, la segunda ciudad del país con la capital. Es como si Madrid y Barcelona estuviesen unidas por una carretera comarcal. Sinceramente sorprendente. En algunos tramos de la ruta que hemos hecho era imposible que dos coches pasaran a la vez, y había que ceder el paso, al igual que la mítica Pepi de Valencia comentó del Preikestolen. Y lo peor de todo es que no sólo te cruzas con otros coches, sino también con autobuses y camiones. En fin, es digo de comentar, porque no es lo que te esperas de un país asi.
Por otro lado, la gente es bastante civilizada, pero al volante se transforman como todos los demás países en agresivos. Basta decir que el límite en las carreteras es de unos ridículos 70km/hora, teniendo que ir en algunos tramos a 50 y a veces menos si te viene un autobús de cara lanzado a toda pastilla, porque claro, nadie, y me refiero a absolutamente nadie, respeta los límites de velocidad. Es más, te achuchan y te hacen luces... Y aún estoy por descubrir la razón por la que la gente acelera en vez de reducir la velocidad cuando entran en un túnel. Imaginaos túneles larguísimos, de hasta 25 kilómetros de largo, con una pobre iluminación y un carril por sentido, muchas veces sin ninguna marca que delimite cada carril. Debo decir que en ese aspecto la experiencia ha sido poco menos que terrorífica.
No podría detallaros toda la ruta que hicimos porque durante el camino íbamos parando muchas veces, para hacer fotos, claro, seguro que nunca lo habríais adivinado, ejem ejem. El caso es que los paisajes son espectaculares, como salidos de un cuento, o de una película del Señor de los Anillos. Cualquier persona que sea aficionada a la naturaleza debe tener un orgasmo permanente en este país. Así que Sonia y Mary Joe, tenéis que animaros a venir, aunque sé que ya estáis animadas. Según todos los catálogos, la naturaleza es exhuberante, dramática, pintoresca y espectacular. Y aunque los folletos y trípticos promocionales no escatimen en epítetos superlativos, todo lo que cuentan es cierto. En estos días habré visto más cascadas que en toda mi vida, pero cada una de ellas es diferente y a la vez espectacular. No puedo describir la sensación de ver las altas montañas cubiertas de nieve derritiendose, y el agua buscando cualquier camino para llegar al fiordo. Hay que verlo.
En el camino aprovechábamos para parar cuando había alguna foto-op que se considerase interesante. Menos mal que ahora las cámaras son digitales y no se revelan todas las fotos, porque ayer y hoy las cámaras echaban humo. Básicamente el viaje de ayer se centró en cascadas e iglesias, estas últimas de todo tipo, tanto modernas, como nórdicas, como vikingas. Eso sí, sólo pudimos entrar a la de Voss, porque todas las demás están cerradas casi siempre. Otros pueblos que vimos fueron Aurland (donde aprovechamos para comer unas hamburguesas vegetales, para socializar con las dos yayas del pueblo, y para ser considerados poco menos que bichos raros por unas niñas del pueblo que no habían visto un turista desde el verano pasado), Flam (donde ya habíamos estado el día de antes con la excursión del Flamsbana), Borgund (donde está la iglesia vikinga más antigua que resiste en Noruega - aquí llegamos tarde y sólo la pudimos ver por fuera), Laerdal (donde nos cruzamos con varias excursiones de chinos, y las guías prometen un precioso pueblo antiguo nórdico con un mercado y lleno de gente, pero que cuando llegamos nosotros estaba totalmente vacío, y parecía un pueblo abandonado del Oeste americano, con sus casas de madera, su saloon... solo faltaba la bola de brezo rodando solitaria por el pueblo). En general todos los pueblos son parecidos, enclavados en un valle rodeados de montañas enormes coronadas de nieve y con varias cascadas dando vía libre a ese agua.
En ese momento ya llevábamos varias horas de ruta, pero como estábamos animados, nos atrevimos a meter el coche en un ferry y cruzar el Sognefjorden hacia Sogndal, en busca de la mítica iglesia de Urnes. A la iglesia no pudimos llegar, ya que perdimos el segundo ferry, pero aprovechamos para pasear por un solitario pueblo de pescadores a orillas del fiordo, Solvorn. Ya caía la tarde sobre el fiordo, y decidimos darnos la vuelta y volver a Bergen. El problema fue que nos habíamos emocionado muchísimo y estábamos a más de 300km de Bergen y eran casi las 22 de la noche!!! O de la tarde, que sería por estos pagos. Inasequibles al desaliento, volvímos sobre nuestros pasos, cogimos el ferry de nuevo y volvimos sobre nuestros pasos. La vuelta se nos hizo muy penosa, porque la noche llegó de verdad y las carreteras seguían siendo malísimas. Menos mal que no había casi nadie por la carretera, lo cual minimizó cualquier situación de riesgo. Especialmente penoso se nos hizo volver a cruzar el túnel de Laerdal, el de los 25km, y ni siquiera sus efectos especiales que intentan imitar que estamos cruzando un glaciar consiguieron hacerlo más llevadero. Eran las dos de la mañana cuando entrábamos en Bergen, y entonces empezaba el problema del aparcamiento. Sin embargo, la fortuna estuvo de nuestro lado, y encontramos un hueco donde dejarlo a pocos metros del hostal. Eso sí, sólo pudimos dejarlo hasta las 10 de la mañana de hoy, con lo cual nos garantizábamos que íbamos a dormir poco.
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Esta mañana nos ha costado mucho levantarnos, porque estábamos sencillamenter agotados de ayer, pero como había que mover el coche, allí estábamos los tres, a las 10 de la mañana montados en el coche, camino del fiordo de Hardanger, al sur de la ciudad de Bergen. Al principio, los ánimos no estaban muy elevados, ya que no nos había dado tiempo a desayunar, por tener que mover el coche, pero tras una parada en el Kiwi Miniprix nos hemos sentido mejor. Si la banda sonora del viaje de ayer fueron las canciones de Eurovision 2010 para ir abriendo boca, las de hoy han sido más eclécticas, con DJ Ama Rosa encargándose de la sesión musical. Nos hemos movido entre canciones de la OTI, de la banda sonora de Agujetas de Color de Rosa, de éxitos musicales de Massiel, hasta música española variada de los últimos 25 años. Un momento especialmente freak ha sido cuando tres tíos de edad considerable, iban cantando a Ana Reverte mientras conducían su coche por el fiordo de Hardanger. Pero no ha sido lo más freak, lo que parecía insuperable se ha visto superado por la irrupción de un temazo que va a dar mucho que hablar en los próximos meses, ya anticipándose a su más que segura participación en el DKSC 2011. El tema en cuestión se llama "Magia rosa" y está intepretado por Eva Santamaría. La letra de esta canción no tiene desperdicio, y no revelaré nada más porque se merece una entrada propia.
El día ha transcurrido entre paisajes noruegos, carreteras malas, malísimas y pésimas, y momentos espectaculares como cuando hemos descubierto la isla de la Calma, en el pequeño pueblecito de Oma. Me es totalmente imposible recordar el nombre de todos los pueblos que hemos visitado, las cascadas que hemos visto -aunque mención especial merece la de Stendalfjossen, donde nos hemos desbocado, tanto en la cascada como en la tienda de souvenirs. Pero no os preocupéis, que viendo las fotos podré reconstruir el viaje paso a paso. Hay documentos gráficos de absolutamente todo lo que hemos visto. Sólo puedo añadir que lo que he visto estos dos días se me ha quedado grabado en la retina para siempre.
A media tarde hemos vuelto a Bergen, y debemos haber cogido un atajo porque hemos llegado muy rápido, así que hemos aprovechado para ver las dos atracciones que nos faltaban, el Gamla Bergen, que es una reproducción de cómo era Bergen en siglos pasados, y el Floibana, que es un funicular que lleva al monte Floi, que domina la ciudad. Hemos intentado subir el coche, pero es totalmente imposible, así que hemos preferido aparcarlo y coger el funicular. Aparcar hoy ha sido un drama, pero después de muchas vueltas, la diosa fortuna se ha vuelto a aliar con nosotros, y en cuanto se ha liberado un hueco justo donde lo dejamos ayer, nos hemos lanzado como buitres a por él.
El Floibana es un funicular que salva el terrible desnivel que hay desde el centro de Bergen hasta lo alto del Floin. Es algo así como el funicular de Vallvidrera, pero más largo. Como hecho anecdótico, hemos subido en el funicular con Karlos Arguiñano y un grupo de pijos repelentes que le acompañaban. Menuda decepción cuando ves en vivo a la gente de la tele.
Una vez arriba del monte Floi, la vista sobre Bergen es sobrecogedora a la par que espectacular. Hay un mirador con unas escaleras donde estaba todo el mundo sentado, viendo el atardecer sobre la ciudad. Ha sido nuevamente un momento mágico, alli los tres, sentados tomando el sol y disfrutando de la vista y con el Arguiñano pululando a nuestro alrededor. Hago un inciso. Se supone que Bergen es la ciudad más lluviosa de Europa. Pues bien, salvo el día de la llegada, el resto han sido días auténticamente veraniegos, con un calor que rozaba lo insoportable. Cualquiera diría que esto es Noruega. También hemos aprovechado para hacernos unas fotos con un troll de madera que nos había recomendado la inefable Pili de Valencia.
Hemos estado disfrutando un rato más de la caída de la tarde y hemos cogido el funicular de vuelta a la ciudad. Esta vez hemos bajado con gente de la web Oneurope, pero hemos cogido los mejores asientos, al principio del funicular para ver bien la bajada a Bergen. Con esto hemos dado por concluido el día, ya a dormir pronto, ya que mañana nos espera un larguísimo e intensísimo día, ya que volamos a Tromso, por encima del círculo polar ártico, y tenemos que conducir hasta Alta, en la provincia de Finmark, el techo de Noruega, y más cerca del Polo Norte que de cualquier otra cosa. ¡¡¡Hasta la próxima entrega!!!
1 comentario:
Qué bonitoooooooooo. Quiero ver esas cascadas! Bueno, todo esto merece merendola en tu casa para ver las fotos.
Besos!!! (de sobres cero pelotero)
MªJosé
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