Algo tan sencillo como una estrellita puede originar un momento hilarante
La anécdota que genera esta entrada sucedió la noche del sábado 3 de octubre, en la cena que preparó mi prima Ana Mari para enseñarnos su piso y celebrar que ya hacía un tiempo que se había mudado. La cena fue espectacular, buena compañía, buena comida, charla agradable, alcohol a tutiplén... El momento álgido se alcanzó en la sobremesa, cuando un invitado/a (no diré su nombre de acuerdo con la Ley Orgánica 15/1999 de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal) decidió que unas estrellitas serían un perfecto aperitivo para el vodka que se estaba zampando. Se incorporó y estiró la mano para alcanzar el bol que contenía el preciado aperitivo. Pero ay, no contaba con que la ciática ataca cuando menos se espera, y ese fue precisamente el momento que escogió su ciática para manifestarse. Y así, como si fuese a cámara lenta con la banda sonora de Vángelis para Carros de fuego, ví como la mano del invitado/a se acercaba al bol mientras su cuerpo sufría un espasmo producido por la ciática y como resultado, todas las estrellitas que quedaban en el bol salían despedidas volando en varias direcciones para aterrizar todas desparramadas sobre la mesa y algunas en el suelo. Memorable, sinceramente memorable...
Esta fue la noche en la que nos habían invitado a batir el récord de número de personas metidas en un piso para una fiesta de cumpleaños. Se requerían 150 personas para batirlo, y al final se alcanzó la cifra de 164 personas.
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