Como el domingo es día de pereza, y ya se va acercando el verano (época de lectura) aunque no se note todavía, sigo leyendo el segundo libro de la serie The wicked years. Esto tiene pinta de convertirse en algo parecido a Harry Potter, aunque se leen mejor, son muchísimo más oscuros, y hacen pensar más. El segundo libro es todo un Bildungsroman de Liir, el hijo de la Malvadísima Bruja del Oeste, y de todas sus penurias hasta entrar en la edad adulta. Estoy a punto de acabarlo, y en realidad parece que esté viendo una película de Hollywood en las que al final te sale el cartelito de "To be continued" porque desde luego no hay manera posible de resolver todas las tramas abiertas en el libro en las apenas 15 páginas que me restan. De momento me está gustando también, ya que tiene un tono muy diferente a Wicked, lo cual está bien porque aunque es una serie de libros, se interconectan de una manera no muy ortodoxa, pero efectiva.
El resto del día lo he dedicado a seguir con fruición los últimos ensayos individuales de esta edición del festival. Como era de esperar, la coreografía de Soraya es una patata y no ha gustado nada (tengo un flashback al momento sillas de Ikea de las Ketchup). Es lo que pasa cuando empiezas a decir a la gente que van a flipar con la peaso coreografía que ha montado una de OT. El resultado es que creo que la única que va a flipar es Soraya y la camarilla de aduladoras que lleva detrás de ella. Sinceramente considero que Soraya es una muy buena artista, y de hecho quería verla en el escenario eurovisivo, pero es una pena que una artistaza se haya desperdiciado de esta manera. Y lo peor, es que ella se ha acabado creyendo que iba a ganar. De todas maneras, como aún quedan días, le daré el beneficio de la duda hasta verla el sábado que viene en el Olimpisky.
Copyright foto Armenia: AKOE - http://akoe07.livejournal.com
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