Ayer fue lunes santo, pero menuda moña llevaba yo encima. La noche del domingo estaba Wau en casa, y a pesar de que no hicimos nada fuera de lo común (jugar a la Wii, cenar en el FresCo), nos acostamos tarde. Bueno, más bien nos quedamos durmiendo en el sofá delante de la tele. Y al menos yo, seguro que roncando. Voy a tener que comprarme el pulsor eléctrico que te descarga cinco pulsaciones eléctricas al minuto durante 8 horas y al cabo de cinco días te ha quitado los ronquidos.
El caso es que por la mañana no podía ni levantarme. Menos mal que ya es Semana Santa y como no hay colegio el tráfico está muy pacificado. La semana que viene no podré hacer esto. El lunes fue un día que podríamos calificar directamente como tonto. Hice muy poco y es que no podía hacer nada más. Todo pasaba como en una película antigua, a cámara lenta. Y no, no me había tomado nada. A mí el sueño me produce estos efectos, que conste.
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