Puertas abiertas

Anoche tuvo lugar la Jornada de Puertas Abiertas organizada por Eva y Charlie en su casa. Sólo tengo una palabra para calificar la velada: espectacular. Le doy un 10 a Eva por sus dotes organizativas. Pasaré por alto el incidente de la freidora, porque al final no llegó la sangre (o en este caso el aceite) al río.

Fui el primero en llegar, a pesar de los anuncios previos realizados por otra invitada. Estuve un rato jugando a los Gormitis con Pol mientras iba llegando el resto de convidados. En seguida empezó Eva a sacar ingentes cantidades de comida y bebida para animar el cotarro. Debo confesarlo, me puse hasta arriba a comer y a beber, y Eva no hacía que sacar más y más comida. Desde luego, creo que todos sus invitados hemos quedado bien a gusto. Por fin pude probar la coca que prepara Sara, que el día del cumple de Lucía me despisté y el resto de invitados acabaron con ella en un santiamén.

Uno de los momentos estrella fue cuando Eva sacó sus fotos de juventud del baúl de los recuerdos. Pudimos disfrutar de Eva en diversas situaciones (alguna comprometida), mientras apurábamos el cava, servido en copas de cristal de Bohemia, excepto Sara, que decidió coger la copa del Carrefour, aunque ella pensaba que estaba cogiendo la más elegante.

Posteriormente la fiesta se trasladó a un bar brasileño, cercano al domicilio de los anfitriones. Allí degustamos una caipirinha, que a mí se me subió a la cabeza, y todo empezó a darme vueltas y vueltas. La velada acabó ya entrada la madrugada, con un viaje de vuelta al Poble Nou en el tren de la bruja, el azul primero y luego el rojo. Y así fue como transcurrió la famosa velada de las puertas abiertas.