jueves, 11 de junio de 2009

Sanaya y Crepúsculo

Sanaya, Crepúsculo y una amiguita cuando aún vivían tiempos felices en Calgary

Esta es la historia de una pareja de aguerridos campesinos alicantinos que deciden emigrar porque la situación que vivían era casi desesperada. La República daba sus últimos estertores, mientras que las tropas fascistas acechaban la provincia. Deciden cargar sus pocos enseres en un paquebote con dirección Plymouth. Sin embargo, la ciudad de acogida dista mucho de ser el refugio que buscaban y deciden dar el salto a la aventura. Cruzan el Atlántico en un barco cargado de ilusiones hacia el Nuevo Mundo. Su parada es Canadá, y su destino final, un pequeño pueblo pesquero fluvial de los alrededores de Calgary.

Han pasado 70 años, y el recuerdo de la República sigue vivo en el corazón de estos aguerridos campesinos alicantinos, y aunque nunca olvidarán el país que dejaron atrás, deciden que nunca más saldrán del Canadá para volver a la ex-República. El país que los acogió se convierte en su nuevo hogar, y el país del que salieron, nada más que un recuerdo.

Hete aquí que la pareja de aguerridos campesinos alicantinos cuajaron bien entre la pequeña comunidad canadiense. Hicieron su vida y tuvieron hijos, que nacieron ya canadienses y se integraron entre la juventud local. Estos hijos tuvieron a su vez otros hijos, canadienses de segunda generación ya...

Y justo cuando todo parece en calma, la tierra, el Heimat, llama a sus descendientes por muy lejos que estén. Contra todo pronóstico, uno de los hijos de los aguerridos campesinos alicantinos decide que es hora de volver al sitio al que pertenece y deshechando toda su vida en Canadá (sus padres, reacios a volver, su empresa, sus ex-mujeres...) decide liarse la manta a la cabeza y coger a sus dos hijos, Sanaya y Crepúsculo, y volver a la Terreta.

Como era previsible, Sanaya y Crepúsculo ponen el grito en el cielo, porque si ya es difícil ser unos teenagers en un pueblecito de las cercanías de Calgary, imagínense en el secarral alicantino. Y es que ya es suficientemente duro pensar en dejar a su grupo de amigos de siempre, como para imaginar que van a pasar de un clima gélido a otro subtropical-árido. A pesar de todo ello, el padre se muestra inflexible y decide que el 31 de julio es la fecha de la vuelta a la Terreta (para añadir leña al fuego, es el día más caluroso del año).

TO BE CONTINUED...

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