Es sábado por la noche en Barcelona. Llueve incesantemente desde primeras horas de la mañana. Un grupo de turistas baja empapado en el funicular de Vallvidrera. Luego han de subir el Paseo de Gracia al tiempo que ríos de agua bajan la calle buscando el mar. Una de las turistas va con unos zapatitos de tacón rojos con un floripondio del mismo color en la punta. No lo parece, pero se masca la tragedia...
Minutos más tarde, ya sentados confortablemente en un restaurante para reponer fuerzas, el cortocircuito lárgamente anticipado se produce, y la furia de la joven turista golpea a todo lo que le rodea. Sus compañeros de viaje tratan de calmarla infructuosamente. Finalmente las chispas desaparecen en cuanto llega la comida.
Este relato tan poético es una descripción de la surrealista aventura que vivimos Encarni, Ana y yo el sábado, haciendo turismo por una humedísima Barcelona. Menos mal que Ana al final se calmó y su cortocircuito pudo ser reconducido.
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