Un día del caluroso verano de 2003 mi ordenador dijo basta. Después de llevar encendido durante semanas, algo ardió en su interior, y ya nunca volvió a ser el mismo. Tan sólo habían pasado dos años y medio desde que lo había comprado, pero no aguantó más. Luego estuvo andando a trancas y barrancas durante un par de años más, hasta que en 2005 lo sustituí por el portátil que uso ahora.
El caso es que desde 2005 había un montón de información atrapada en el interior del disco duro. Hoy, casi 6 años después del infausto momento en que algo en su interior ardió, he podido recuperar la información que contenía. Nuevamente, mi salvador en temas técnicos, Antonio, me ha devuelto todo lo que archivé durante esos convulsos años de mi vida. Fotos, mails, logs, tantas cosas desde febrero de 2001 a mitad de 2005 han vuelto a la luz. ¡Gracias Antonio por recuperar esa parte de mi vida!
Ahora me queda una ingente tarea, pues he de ordenar toda la información recuperada en el nuevo disco duro extraíble con el nuevo formato. Pero poco a poco iré poniendo todo en su sitio, recuperando la memoria de aquellos años que me cambiaron para siempre. 2001 ya queda lejos, pero sus efectos aún se dejan sentir. Pero ahora sí que estoy dispuesto a enfrentarme de nuevo a eso, con el bagaje que dan ocho años de intensas experiencias. Porque ahora sí, yo lo valgo.
También quiero agradecer a la madre de Antonio por la merienda, aparte de que es muy amable y divertida. Ya sé que uno suele ser muy crítico con su madre, pero yo doy una opinión más objetiva.
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