Un brindis por Isa y Paco, ¡¡¡¡y que sean muy felices!!!!¡Ya ha pasado la boda! Menudo resacón llevo encima. En términos generales estuvo bien, aunque hubo los típicos momentos de "Odio a mi familia" y "Tierra trágame", pero bueno, como eran esperados, los pude controlar.
La ceremonia, para variar, no fue religiosa, sino civil y en un parque de Mutxamiel. Debo reconocerle a los novios que ha marcado un nuevo estándar en la familia, porque nunca me había imaginado una boda de esta parte de la familia en un jardín, con flores en el suelo y con una pequeña orquesta de cámara... lo dicho, un nuevo nivel.
La recepción se celebró en la finca "El Vincle", una finca de principios del siglo XIX enclavada en medio de la nada, en el término municipal de Elche. La comida estuvo muy bien, y de acuerdo con el entorno. Me gustó mucho la disposición de las mesas, enclavadas entre naranjos, muy de la tierra todo. La distribución de las mesas bien, y muy gracioso el detalle de que cada mesa tuviese una cámara de fotos propia para que los invitados fuesen sacándose fotos que los novios conserven como recuerdo.
La barra libre bien, aunque no tenían mi bebida favorita de 2009. ¡Qué cruz ser minoritario y sibarita en los gustos alcohólicos! El baile bien, pero al final ya rallaba un poco. Otro buen detalle de los novios fue el fletar autobuses para que la gente bebiese feliz y no tuviese que preocuparse de dar positivos de alcoholemia.
La boda acabó para mí pasadas las 5 de la mañana, cuando una parejita de la Guardia Civil se acercó por la finca para que parasen la música. No me extrañaría que formasen parte de la Policía del Buen Gusto Musical, porque vamos, hubiese repartido unos cuantos cursos de reciclaje Mary Wawy entre los responsables de la música.
Y así, cuando ya asomaba el amanecer entre los naranjos, volvimos a Alicante y dimos por finalizada una de las últimas bodas que quedan entre los de mi generación...
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