lunes, 27 de abril de 2009

Defying gravity



And nobody in all of Oz
no Wizard that there is or was
is ever gonna bring me down



Estos días (concretamente sábado y domingo) he estado leyendo el libro de Wicked, la precuela del Mago de Oz que creó Gregory Maguire en 1995 y que se ha convertido en el musical sensación que arrasó en los premios Tony de 2004 y que sigue congregando a miles de espectadores allá donde se representa. Baste decir, que no pude conseguir tickets ni para la función de Los Angeles, ni mucho menos para la de Broadway, donde tienen cola de varios meses.

El libro en sí es una precuela de la historia del Mago de Oz, concretamente la turbulenta época que vivía Oz antes de que Dorothy aterrizase con su casa sobre la bruja del Este. Ahora que el revisionismo está tan de moda, Maguire revisa en su obra los personajes que en el libro de Frank Baum sólo se nos muestran de fondo. La pregunta básica es, ¿por qué la Malvada Bruja del Oeste se hace mala? La versión del musical está bastante dulcificada por esto de que se representa también para los niños pero el libro trata algunos temas bastante espinosos: ser diferente, la maldad, las dictaduras, la mafia, el estado policial, la homosexualidad, el adulterio, el sexo por puro placer, la dureza vital... En absoluto se puede considerar un libro para niños.

Por simplificar mucho, creo que en el fondo Elpheba es tonta de remate, Glinda es una guarra, el Mago es el pequeño dictador, Boq es un pelele en manos de las mujeres, Nessarose es una fanática religiosa, Fiyero es un amargado de la vida, Nana es una buenísima, Tibbet y Crope tienen más tensión sexual que los protagonistas... La vida de Elpheba es una tragedia en sí misma desde su nacimiento, y aún así creo que tiene las suficientes oportunidades para redimirse y no aprovecha ninguna de ellas. Al final pasa de ser mala a volverse loca de amor. Muchos de los personajes son personas amargadas atrapadas en un momento y en un espacio que no les corresponde. No deja de ser curioso, que el famoso camino de baldosas amarillas, que tan bonito se nos presenta en el libro de Baum, es aquí el elemento que abre las puertas a la opresión ejercida por el dictador de Ciudad Esmeralda. No dejé de sorprenderme con los paralelismos que pude ir estableciendo entre el decadente mundo de Oz, y la sociedad de hoy en día (y más si miramos en retrospectiva que el libro se escribió en 1995). Siempre he sentido curiosidad por saber qué es lo que siente la gente de una sociedad que se descompone y que se aboca a la guerra, aunque ellos no lo sepan. ¿Qué pensaba la gente a principios de julio de 1936? ¿O en septiembre de 1939? Por poner ejemplos más o menos cercanos. ¿Qué pensaban los habitantes de Oz cuando el Mago da el golpe de Estado y todos los fundamentos de Oz se vienen abajo poco a poco? ¿Qué es vivir en un estado de pre-guerra? Quizá nosotros lo estemos viviendo hoy en día (antes de que se desate la Tercera Guerra Mundial) y no somos conscientes. ¿Qué pensamos ahora si la pandemia de gripe porcina se extiende realmente por todo el mundo y se convierte en el fin de la civilización?

Realmente Wicked me ha hecho pensar mucho, mucho este fin de semana.

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